“La buena voluntad abre la puerta a todas las posibilidades que la vida puede ofrecer” Byron Kathie, autora y conferenciante estadounidense. 

Cuando uno se convierte en un amante del destino no hay decisiones que tomar. Tan solo esperas y observas porque sabes que las posibilidades y las oportunidades aparecerán y que la decisión será tomada en su momento, de modo que te desentiendes del cuándo, del dónde y del cómo.

Siete meses después, y tras un adiós convertido en un gracias y en un hasta pronto, el olor a hierba y el sonido de la máquina cortadora de césped vuelven a formar parte de mi vida durante cada mañana. “Nada es permanente a excepción del cambio”, decía Heráclito. “Todo cambia, nada permanece. Nadie se baña dos veces en el mismo río porque todo cambia en el río y en el que se baña”, añadía este rebuscado filósofo griego. Hay muchas cosas parecidas pero ninguna exacta. Una vez más, ni el olor a hierba ni el sonido de la máquina cortadora de césped son iguales a los hasta ahora conocidos. Una vez más ni tan siquiera yo soy el mismo. 

El nacido en Éfeso y apodado El oscuro afirmaba también que los cambios no son caóticos, y que estos pueden predecirse por la existencia de una especie de orden universal al que denominaba logos; la inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra que genera la existencia misma. Algo a lo que los estoicos llamaban destino. 

“No importa lo que esperamos de la vida, sino lo que la vida espera de nosotros. El destino para cada hombre es distinto y único. La suerte siempre se presenta de improvisto” decía Viktor Frankl. Para el neurólogo, psiquiatra y filósofo austriaco el hombre, lo que necesita, no es vivir sin tensión, sino esforzarse y luchar por una experiencia que merezca la pena, viajando por el mundo con el corazón abierto por completo.

Y en determinada manera, el auténtico significado y el sentido de la vida no es otra cosa que aceptar ese destino y asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a lo que la vida nos plantea. Nada como vivir la vida con interrogantes, con pasión, con incertidumbre y entusiasmo. “Actúa como si vivieras por segunda vez y la primera lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora”, decía. Lo comparto plenamente pues la vida y este trabajo no son para mí más que un auténtico viaje de aprendizaje y crecimiento donde lo importante es mejorar cada día y compartir lo aprendido con los demás.

Con mi llegada a la capital del departamento de Bocas del Ródano no puedo estar más que agradecido al Olympique de Marsella, y a su entrenador Jorge Sampaoli, por darme la oportunidad de disfrutar del día a día en uno de los clubes más populares e históricos de la Ligue 1, por concederme el privilegio de conocer otra cultura, otro país, otro idioma, otra forma de entender el fútbol y la vida, y por la confianza que han depositado tanto en mi persona como en mi trabajo. 

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo”, escribía Constantino Cavafis recordándonos que el viaje sigue siendo más importante que la meta. Merci beaucoup OM. Merci d’être une partie du route de mon merveilleux voyage à Ithaque. Droit au but.