Tras prácticamente dos meses en Filipinas ya estoy a unos cuantos días de finalizar mi convenio de colaboración, tanto con la selección nacional como con el Global FC, y este mismo Domingo cogeré un avión que me llevará de vuelta a casa. Unos días (los que me quedan) en los cuales no podré introducir demasiados contenidos de entrenamiento, ya que este mismo jueves y el sábado el Global disputará dos nuevos partidos de liga.
Tal y como os venia comentando en artículos anteriores, lo que estoy haciendo es desarrollar los contenidos de trabajo a lo largo de la semana, echándome a un lado el día de la víspera de la competición para que realicen la última sesión tal y como venían haciéndolo habitualmente. Sobre todo por la intensidad con la que trabajamos, algo a lo que no estaban acostumbrados.
Es por esta razón que el último día de la semana buscamos un espacio en el que ellos puedan ajustar el nivel de “cansancio” que acumulan durante la semana para afrontar el partido en máxima plenitud física. La intensidad durante el entrenamiento ha sido uno de los caballos de batalla en esta mi aventura en Filipinas.
Además de la gran cantidad de días libres acumulados en estos casi dos meses que llevo en el país (si la memoria no me falla son ya 18), observé también que los porteros no estaban acostumbrados a trabajar con intensidad los días posteriores a los partidos, o que incluso tampoco lo hacían cuando venían de disfrutar de uno o dos días libres, viéndome obligado a dar un vuelco total a su modelo de entrenamiento y forma de introducir contenidos y cargas.
Durante mi estancia en Filipinas el club con el que colaboro lleva disputados 5 encuentros oficiales. Tres correspondientes a la UFL Cup 2016 (cuartos de final, semifinal y final) que se saldaron con sendas victorias y que finalmente hicieron  que el Global lograra su primer título de la temporada, y dos de liga, con otras sendas victorias que han colocado al equipo en las posiciones altas de la tabla. Han conseguido 6 puntos de 6 posibles y tan solo la diferencia de goles hace que el equipo no lidere la clasificación.
Observando este hecho, el del número de partidos, imaginaros que hubiera pasado si no hubiera cambiado esta mecánica de no introducir contenidos los días posteriores a la competición. 18 días libres, más 5 días posteriores al partido, más  otros 5 días previos, más otros 5 correspondientes a los propios partidos hubieran completado un total de 33 días sin entrenar.
Teniendo en cuenta también que son porteros que están todavía en periodo de formación, con 21, 22 y 25 años, no quedaba otra que cambiar el modelo, hábitos y rutinas de entrenamiento, muy orientado a la competición. Algo por otro lado, que generó pequeños conflictos por la demanda y exigencia de un estilo de trabajo al cual no estaban acostumbrados. Pero claro, las rutinas se convierten en hábitos, y uno se puede acostumbrar a trabajar mucho igual que puede hacerlo a trabajar poco o lo justo. Es cuestión de marcarse objetivos y alcanzarlos.
A pesar de que me llevó un tiempo implicarlos a todos en el modelo, a día de hoy puedo decir aquello de que están completamente “entregados” al trabajo, con una implicación máxima y una confianza total en lo que estamos haciendo. Este, ha sido también el gran reto. Hacerles ver que es lo que puede suceder si confían, y mostrárselo día a día.
Y lo más bonito de todo esto es que ellos mismos han podido observar el cambio que este, su trabajo, esta provocando en ellos. En su técnica, en sus movimientos, y en su conocimiento sobre todo lo relacionado con el entrenamiento específico y el juego del portero. En estos momentos podrían incluso dedicarse a entrenar porteros en la etapa de iniciación porque conocen todos los secretos del entrenamiento de cada concepto básico.
Y es así porque no me he dedicado únicamente a entrenar; me he dedicado a formar. A ayudarles a generar su propio conocimiento y a que lo hagan reflexionen sobre ello. A que sepan el “porqué” y el “para qué” de cada cosa, algo fundamental en cualquier proceso de enseñanza – aprendizaje. Cada vez que realizo una tarea les explico su “porqué” y el “para qué”, incluso las razones que me llevan a introducirla en un determinado contexto. Hasta cuando cambio de tareas “sobre la marcha”, les explico los razonamientos que sustentan ese cambio de ejercicio.
Me gusta preguntarles también sobre sus sensaciones en las tareas, con objeto de comprender hasta que punto tienen conciencia de si su mente y su cuerpo trabajan al unísono. Y si hay algo que se les escapa les ayudo a buscar en su interior y lograr esa conexión. Esto hace que a veces, cuando pregunto, se tomen su tiempo para contestarme, pues les hago reflexionar sobre cosas en las cuales no habían pensado jamás. Cosas que hacen de una forma innata, ya sea bien o mal.
Y así, disfrutando, vamos pasando los días en un país en el que en tan solo dos meses he aprendido sobre mí persona y mí trabajo más lo que jamás hubiera podido imaginar. No soy el mismo que cuando llegué, ni como persona ni como entrenador. ¿La frase del día de hoy? “Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas” (Paulo Coelho). Tal y como dijo Eduardo Galeano: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. Desde Filipinas como siempre con amor mucho amor el “Profe” o el “Principe de Taguig”, conocido por algunos, solo por algunos, como Jon Pascua Ibarrola.