“No es riqueza ni esplendor, sino tranquilidad y ocupación lo que te da la felicidad” dijo Thomas Jefferson, principal autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América y tercer presidente del país. Y todo eso, a pesar de que la tranquilidad es una de las joyas más bellas y la ocupación el más valioso de los diamantes.

Tras unas breves vacaciones a comienzos de verano ya estoy inmerso en un nuevo viaje con el Olympique en la antigua Masalia, capital del departamento de Bocas del Ródano, en la región de la Provenza-Alpes-Costa Azul. Ítaca me obsequia, de nuevo, con un año más en el que pueda seguir pensando que mi patria es el mundo, que el tiempo es un bien limitado y la vida un auténtico regalo. Me vuelve a regalar nada menos que doce meses más para honrar aquella maravillosa frase de: “La vida, o es una aventura atrevida, o es nada” de Helen Keller, escritora y oradora estadounidense.

Ítaca pone de nuevo a mi disposición otras cincuenta y dos semanas más para realizar un nuevo viaje y recordar que lo importante no es llegar sino disfrutar, y otros trescientos sesenta y cinco días más para que, como siempre, el amor siga siendo la brújula que otorgue el sentido al viaje y no olvidar nunca qué es lo verdaderamente importante. 

“Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino” decía Emil Cioran, escritor y filósofo rumano afincado en París. “No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos minan meticulosamente como el tiempo”, añadía. “Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina. Es mortal”. No por nada decía Paulo Coelho.

Este nuevo viaje lo afronto pensando que, a pesar de que todos los caminos conducen a Roma, siguiendo los mismos llegaré siempre a los mismos lugares, y que no existe camino perfecto y de dificultades y de incertidumbres exento. Este nuevo trayecto lo recorro afirmando que para elegir un determinado camino siempre hay que dejar otros atrás, y que se puede tener todo en esta vida pero no al mismo tiempo. La vida, como el destino, no es una cuestión de suerte sino de elecciones.

Un año más volveremos a enfrentarnos al éxito y el fracaso. Mejor dicho a la relatividad del éxito y del fracaso, pues no siempre los más exitosos son los mejores y los que más fracasos acumulan los peores. Una temporada más tendré como referencia aquella famosa frase del Walter Whitman, poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense de: “Las batallas se pierden con el mismo espíritu con que se ganan”.

“Todo está dispuesto, si nuestros espíritus lo están” escribió William Shakespeare en el discurso que legó a la memoria de Enrique V de Inglaterra, antes de la batalla de Azincourt, cuando este se dirigía a sus desmoralizadas tropas debido a su inferioridad en número frente al enemigo. No cuentes lo que te falta, suma lo que tienes y verás cuánto te sobra, dice un proverbio. El de la Casa de Lancaster venció junto a sus tropas en aquella batalla.

Seguramente esta será la razón por la cual continúo viajando hacia Ítaca ligero, con dos maletas (a pesar de estar seguro de que lo que realmente necesito podría bien caber en una), a la vez que dispuesto a volver con una mochila muy pesada y bien cargada de aventuras y experiencias. Sabiendo, además, que cuando estas se acaban no existe mejor viaje que el de regreso a mi hogar, a mi casa, para una vez allí volver a pensar que el mejor viaje no será otro que el que está por comenzar y el mejor destino aquel al que te diriges.

Una vez más, y a pesar de que el cansancio de los destierros por momentos hace mella, puedo decir que no existe nada, tal y como dijo el expresidente de Uruguay José Mujica, como darle contenido a la vida, como la hermosura de querer vivirla, como el arte de luchar por ella e intentar transmitirla. Nada tan cierto como que tanto el tiempo como la vida, minuto a minuto, se nos van y se nos escapan. Afortunado, una vez más, de poder picar el billete y de poder continuar viajando en ventanilla y en primera. Con los tiempos que corren este nuevo viaje, más allá de ser un maravilloso privilegio, es también una auténtica bendición. Seguimos en el camino, que es lo que cuenta. Una temporada mas… ¡Rumbo a Ítaca!