A pesar de que son muchos años ya viajando, conociendo, disfrutando y a veces, porque no decirlo, sufriendo las particularidades y características del día a día de otras culturas, formas y maneras de vivir y entender el fútbol, uno nunca para de aprender ni pierde la oportunidad de sorprenderse.
Y esto, lo de “sorprenderse”, es algo que está a la orden del día cuando uno se relaciona con ese otro fútbol que a menudo poco o nada tiene que ver con el de la “business class” o élite, en el cual ni tan siquiera los balones (herramienta fundamental y protagonista) guardan un parecido “razonable”.
Una de estas sorpresas tuvo lugar hace apenas unos días, mientras acudía a presenciar un partido de la liga profesional filipina, conocida como UFL. A mi llegada al estadio y mientras caminaba a través de la tribuna en busca de una localidad para presenciar el partido me dio la sensación, a lo lejos, de que uno de los equipos iba a realizar el calentamiento con unos extraños balones de color negro.
Al comentar este hecho a uno de los locales este me contesto: “No, no son balones negros. Son los balones habituales. Lo que sucede es que no los limpian y tras un uso prolongado en terrenos de hierba artificial adquieren ese color debido al caucho”. ¡No podía dar crédito! Desde la distancia parecían completamente negros y jamás hubiera imaginado que un balón pudiera adquirir ese color.
Durante mis comienzos como entrenador de porteros tuve la oportunidad de trabajar durante un largo periodo de tiempo (años) con el fútbol base, y a pesar de trabajar en superficies similares a las encontradas aquí jamás había visto nada parecido. A lo lejos los balones parecían auténticas bombas de esas de hace cientos de años. ¡Tan solo les hacía falta una mecha!.
Indudablemente aquellos balones botaban y se comportaban de la misma manera que si hubieran estado blancos y limpios como una patena, pero… no deja de ser curioso, muy curioso, el abandono al cual fueron sometidos. De hecho no pude resistir a la tentación y minutos antes de que los equipos comenzaran sus respectivos calentamientos baje a pie de campo para capturar unas cuantas instantáneas de semejantes “esféricos” e inmortalizar el momento.
Si los guantes de los porteros hablaran… seguro que alguna protesta saldría de sus palmas. Independientemente de que la consagración del fútbol en un país no está realmente en estas cosas, el atender correctamente cada una de las pequeñas partes que lo conforman colabora enormemente en el crecimiento de este.
No obstante, cosas que en Europa nos parecen básicas y simples son muy complicadas de llevarse en este tipo de ligas secundarias, pues los medios que poseen ni tan siquiera se acercan a un punto en el que
pudiéramos hacerlos “comparables”.
Cuando uno viaja y se baja al “barro”, tiene la oportunidad de poder experimentar todo esto en primera persona, y sentir agradecimiento por cosas anteriormente vividas y que eran entendidas dentro de la “normalidad”, y que no generaban un sentimiento de agradecimiento por ellas.
A uno la vida y el tiempo le ponen en su sitio, y cuando se aprende la lección uno cierra la boca y se toma un momento antes de caer en la queja. Independientemente de que también estamos en el derecho de lamentarnos, es importante saber también que podemos hacer justo lo contrario.
Cada vez que escucho a alguien decir eso de “Es que apenas tengo recursos. Es que no tengo material”, se me pasa por la cabeza un “Si yo contara o contase”. ¿La frase del día de hoy? “No siempre somos capaces de ver la realidad de nuestra realidad” (Marina Castañeda). Tal y como dijo en una ocasión Harold Bloom: “La realidad es un término muy equívoco“. Desde Manila (Filipinas) como siempre con amor mucho amor “Sir Tatoo”, también conocido por algunos, solo por algunos, como Jon Pascua Ibarrola.