Tras cerca de dos semanas en España donde he tenido la oportunidad de participar en el Congreso Internacional de Fútbol de Pinosport, atender asuntos personales varios y disfrutar brevemente (menos de lo que realmente me hubiera gustado) de la familia, amigos y entorno más preciado, volvemos a la carga y a instalar el campamento base en Manila (Filipinas).
Volvemos con la idea de dar continuación al proyecto comenzado con la condición de tener plena libertad para poder aceptar (en cualquier momento) una oferta de trabajo en el fútbol de élite si la oportunidad se presentara. Las dos partes entendemos las particularidades de este especial acuerdo y continuaré colaborando con el fútbol de este país hasta que el destino me muestre cual es el siguiente paso o, en su defecto, tras la finalización de la Suzuki Cup en la que la selección nacional de filipinas participará en noviembre – diciembre de este mismo año, el 2016.
Sigo sin desistir y continúo luchando por conseguir esa oportunidad en el fútbol de élite, tanto en España como en Europa, que sería para mi como estar en casa. Una oportunidad que, para ser sincero, cada vez veo más cerca en lugar de más lejos, a pesar de que muchos consideren un paso atrás mi aventura en el fútbol filipino.
Vine a este país con objeto de seguir disfrutando de mi pasión, mi vida y mi trabajo, a la vez que continuar con un proceso de crecimiento personal que tanto desgasta por momentos. Cuando uno por fin, después de mucho tiempo, aprende a gestionar un montón de cosas que antes le desbordaban, tiene que volver a ajustar sus parámetros para volver a enfrentarse a otras nuevas que le vuelven a mover los pilares y le obligan a reinventarse.
La esclavitud a la que nos someten la zona de confort y de seguridad frente a la libertad que nos otorgan la incertidumbre y las dudas sobre nuestro futuro es la pelea. Y ese “más vale pájaro en mano que cientos volando” que tanto nos condiciona y que a menudo nos esclaviza, nos condena. A pesar de que hace mucho tiempo ya que abandoné la zona del confort, considero que todavía me queda dar un pasito más; el de saber vivir cada día en el alambre.
Esa es la margarita que en esta segunda etapa de Filipinas tengo que deshojar. Seguimos siendo fieles a ese “Nothing is impossible”, pero para ello hay que soltar lastre y separarse de esas falsas creencias con objeto de crear las condiciones favorables para que las cosas sucedan.
Tal y como diría mi sobrino: “Tápate primo y entramos sin miedo”. Mi sobrina en cambio lo explicaría con un: “El tontolava no tiene casa”. La conductora del tren de la bruja, por otro lado, lo definiría con 30 de esos emoticonos de whatsApp que salen riéndose con lágrimas en los ojos. A pesar de que yo prefiero zanjar el asunto con un clásico; el de “¿Qué necesidad tengo?”.
Tras cuatro horas de avión entre canciones y algo de letras y escritura, ya estoy nada menos que en Estambul y, si tengo suerte, quizás hasta pueda volver a coger un nuevo avión y llegar a mi destino; Manila. ¿La canción de hoy? “Siendo uno mismo”, de Manuel Carrasco. Canción que en estos momentos estoy escuchando. Dice así:
No soy ejemplo para nada y para nadie, tengo miserias como cualquiera de ustedes, catorce marcas que me duelen en el alma y cien defectos que me siguen y no aprenden. Las dudas se divierten, no descansan nunca, como los miedos que siempre estarán presentes. A veces sonrío sin ganas y al revés, a nadie le importa, nadie tiene que saber.
 
Y aunque las cosas con el tiempo no se olvidan, voy a estar mas alerta, más tiempo conmigo, que cada vez soy más consciente, que la vida sin darnos se consume en un suspiro. Voy a quererme para quererte mucho más, voy a tratar de ser mejor y más valiente. Es el momento de enfrentarse a la verdad, que ya esta bien de procurar y perder siempre.
 
Recuerdo que un día fui fuerte, recuerdo que no juzgué a nadie, porque cuando me siento débil, aun sigo queriendo matarme. Que duro es a veces vivir. Pero es preferible sentir, aunque nos duela la verdad, siendo uno mismo en cualquier parte. Vale la pena pelear por nuestros sueños, vale la pena equivocarse y levantarse. Vale la pena liberarse y ser el dueño de la verdad siendo uno mismo en cualquier parte. Vale la pena ser uno mismo en cualquier parte.
¿La frase del día de hoy? “Hay una creencia en tu mente en este momento. Cuanto más la sostengas, más estarás enganchado a ella, más vida y más poder le estás adjudicando. Si le das tanto de ti se convierte en real. Por lo menos, asegurase que es una gran creencia”. Desde Estambul (Turquía) como siempre con amor mucho amor y siendo uno mismo en todas partes el “profe”, ese que algunos, solo algunos, conocen como Jon Pascua Ibarrola. Al lío. Volvemos a la pomada. Vuelta al tajo. Otra vez en el verde. La pelota comienza a rodar de nuevo. Pero sobre todo, todo, todo: seguimos siendo felices. Y además de verdad. The Sky is The Limit & We believe.
Foto: En mi restaurante franquicia bilbaíno favorito, con mi camiseta de “Nothing is impossible” traída de Filipinas (portada y arriba). Con Gonzalo y Begoña, las personas que me inculcaron a hierro y fuego (además de unos grandes valores) una de esas creencias sobre las cuales ellos asentaron su vida (con mucho éxito) que no es tan válida en el contexto de lo que es la mía y que a menudo me limita (sobre estas líneas).