Los pilares de mi método de trabajo: la pasión y lo personal (1ª parte)

El primero de los cuatro artículos dedicados a los pilares que sustentan mi modelo de trabajo. Escrito y publicado durante mi etapa de cinco años (2010/2015) en el fútbol sudafricano.

Si tendría que destacar cuál es la parte más importante y el pilar fundamental sobre el cuál se asienta mi método de trabajo no tendría ninguna dura; la PASIÓN y lo personal. Mi vocación y pasión por este trabajo hacen que sea imposible la disección entre lo personal y lo profesional, con lo que no puedo evitar, ni quiero hacer las cosas de otra manera.

Mi pasión en la forma en la cual desarrollo mi trabajo va más allá de lo que es meramente el fútbol, que no es más que el medio a través del cual intento desarrollarme y crecer como persona. La parte que más me apasiona de mi trabajo es la de enseñar, la de ayudar, algo que me hace sentir mejor persona y la fuerza que me mueve hacia delante.

Considero además que un trabajo como este debe de ser vocacional, en el cuál son aspectos fundamentales la pasión y el ALMA, cosas que solamente podremos aportar en nuestro trabajo cuando las hacemos de manera personal.

Acepto un rol en el cual considero que estoy al servicio del jugador y no este al mío. Soy consciente de que lidero y dirijo un pequeño grupo de trabajo (departamento de porteros) en el cual sus miembros tienen siempre participación, voz y voto. Los pilares fundamentales en los cuales basamos nuestra relación son el RESPETO y la CONFIANZA. Sin esto, nada es posible. Intento cuidar tanto la relación personal como la profesional, y procuro no olvidar jamás que estoy trabajando con personas, no solo con futbolistas.

Asumo también un gran desgaste emocional que se produce al gestionar las cosas de esta manera pero ni sé ni quiero, ni puedo hacerlas de otra manera. Indudablemente he necesitado de todo un proceso para llegar al punto en el que me encuentro ahora, al cual di comienzo a mi llegada a Sudáfrica planteándome qué es lo que quería de este trabajo y cual es el tipo de entrenador que deseaba ser.

Mi particular forma de ver las cosas hace que no me afecten las críticas hacia mI trabajo y que incluso no lo hagan ni las victorias ni las derrotas. La valoración de este trabajo es algo también personal, en la cual soy la persona encargada de hacer un juicio acerca de lo que hago.

Pienso de esta manera porque asumo que en cada club en el que desarrollo mi trabajo tengo una fecha de caducidad, y que las extinciones de los contratos normalmente no son propiciadas por la calidad, la implicación y la profesionalidad con la cual realizo mi trabajo.

Considero también que de un tiempo a esta parte la madurez deportiva y personal que he ido adquiriendo gracias a esta aventura me han hecho ver las cosas de otra manera, y que la responsable de este proceso ha sido seguramente África. Nada como ver el fútbol desde este lado del mundo, donde lo menos valorado por un jugador es el conocimiento que tiene su entrenador. Nada como ver el fútbol como un deporte poco importante y secundario, y que para nada es comparable a la intensidad con la cual se vive, por ejemplo, en España.

Y cómo no, nada como darte cuenta de que lo que te hace feliz en esta vida no es tu trabajo, por maravilloso y bien pagado que sea, sino la forma y manera con la cual lo afrontas y lo llevas a cabo. Para terminar, me gustaría dar fin a este artículo con una curiosa anécdota, sucedida el pasado mes de enero de 2013.

Acababa de llegar de vuelta a Sudáfrica de las vacaciones de Navidad realizadas en España, habíamos dado comienzo a los entrenamientos pero con la baja de nuestros internacionales que se encontraban concentrados con sus respectivas selecciones debido a la disputa de la Copa África de Naciones 2013.

Tras finalizar una sesión, me dirigí al hotel de concentración de la selección sudafricana para hacer una visita a Wayne Sandilands, uno de los componentes de mi particular “Ejército de las Tinieblas”, para saber cómo se encontraba.

Allí aparecí, con mis pantalones cortos, mis chancletas, mi camiseta de manga corta y mis brazos totalmente tatuados. Al verme, Wayne me dijo:

– Sabes coach, nadie de aquí podría ni siquiera imaginarse que eres mi entrenador de porteros. Incluso si les diéramos tres opciones para que eligieran que es lo que eres, jamás dirían que eres entrenador de porteros.

– Es normal, le contesté. Y ¿sabes por qué? Le pregunté. ¡Porque no es lo que soy!

Y si tengo que ser sincero; cuando abandono un club, si tengo que elegir, prefiero que me recuerden como una gran persona a que lo hagan como un entrenador brillante. En la segunda parte de este artículo daré continuación a esta primera hablando de otro de los pilares o cimientos en los cuales se sustenta mi método de trabajo: la calidad técnica.

Sudáfrica, 17 de marzo de 2013.